La vida se puede medir en mundiales

 

No soy muy fanática y rara vez puedo ver un partido completo sin distraerme, sin embargo, el fútbol es tan importante en el Ecuador, que veo a cada mundial como un hito en torno al cual se marca el paso de la vida.

ITALIA 90

En este mundial tenía 5 años y no recuerdo absolutamente nada, la única referencia del mismo es una heladería que estaba en la Avenida de la Prensa que llevaba ese nombre y cuyo logo era la mascota del mundial (que por cierto era horrible).

ESTADOS UNIDOS 94

En este mundial ya tenía 8 años, por lo tanto, memoria. Aprendí la sutil diferencia que puede llegar a hacer una mezcla de suerte, fuerza y técnica en los resultados finales de algo que parecía de vida o muerte: la final de la Copa del Mundo. Todavía no entendía lo que pasaba. Con la expulsión de Maradona aprendí el daño que puede hacer a millones de personas una mala decisión. Ese fue un año triste para mi familia. Mi madre perdió a su padre en el mes de enero, como consecuencia de una enfermedad cardiovascular que se apoderaría de su cerebro y le restaría vida de a poco. En la Copa América del 93 que fue en Ecuador, recuerdo haber asistido a encuentros en Ambato, junto con mi familia materna. Aprendí el termino, «entrar de pavo» a un estadio a la mitad de un partido, viví la tensión de apuestas sobre un resultado, y grité goles de Ecuador contra Estados Unidos -me emocioné mucho y ventajosamente perdí mi apuesta que fue en contra de mi país porque era la época en la que, supongo que de manera aprendida, creía que Ecuador valía muy poco-. Con la muerte de mi abuelo, los años de mi primera infancia ligada Ambato terminaron.  Mi padre, quien toma las decisiones importantes en la casa, veía a su suegro como el padre que no tuvo. Cuando mi abuelo murió, una de las cosas más impresionantes fue ver a mi padre llorar amargamente su muerte. Sin su suegro, Ambato para mi papá tendría poco sentido (Riobamba, su ciudad, no tiene sentido alguno para él, así que los viajes a la serranía central perdieron frecuencia). Mi papá, viajero incurable, sembrando en sus pequeñas hijas la curiosidad por el mundo, y en un intento de disipar la tristeza de mi mami, organizó un viaje largo a Estados Unidos. Todavía, en Agosto nos encontrábamos con remanentes en descuento de lo que fue el mundial -incluyendo ese perrito que fue la mascota-.

FRANCIA 98

Creo que de este mundial guardo menos recuerdos. Algo que se quedó grabado en mi mente, fue una reunión que tuvimos con los amigos de mis papás, queridos señores y señoras cuyas actitudes a ratos te hacen irritar tanto que no comprend0 como pueden llamarse amigos entre sí, pero en la siguiente ocasión los vuelves a querer como si nada. Mientras jugaban ecuavolley en la Victoria, una casita de campo que hasta ahora forma parte de mi familia, cantaban en voz alta, especialmente una señora que es muy alegre y loca «Tu y yo! Allez, allez, allez! Go go go! Allez, allez, allez! » imitando los pasos de Ricky Martin.

COREA DEL SUR Y JAPÓN 2002

¡Ecuador clasificó! Fui a casi todos los partidos de las eliminatorias con mi papá y mi hermana, y a uno con amigos. Estaba en quinto curso. Ya tomábamos cerveza y lo que había. Las sillas no eran numeradas y debíamos estar a las once de la mañana en el estadio para tener lugar en partidos que comenzaban a las tres o cuatro de la tarde. Mi papá nos retiraba a media jornada del colegio, comprábamos comida en el Quicentro e íbamos al estadio -qué suerte tenía, iba a ver ganar a la selección y faltaba a clases-. Yo era de esas impetuosas que les gustaba participar en intercolegiales, y en un discurso en el 2000 dije que merecíamos una mejor suerte como personas y como país, incluyendo clasificar al mundial. La audiencia se rió, todavía todos pensábamos –incluyéndome- que éramos un chiste de país. Luego, tras la clasificación algunos compañeros y familiares me dijeron que era bruja. El fútbol nos subió el amor propio. Festejé la clasificación por las calles de Quito, pero no hasta muy tarde porque todavía no tenía permiso de celebraciones nocturnas prolongadas sin previa solicitud, sin embargo, avancé a mirar una botella de «ALGO Limón» en una esquina, era un licor en botella de plástico. No recuerdo si lo tomé, ese día todo parecía una hazaña. Ya en el mundial, ganamos un partido que debido a la posición geográfica de los países organizadores lo vi en la madrugada. No lo recuerdo, seguro estaba zombie. Igual, estar allá ya era un triunfo.

ALEMANIA 2006

Soy una persona explosiva y de alguna manera sentí empatía con Zidane cuando le dio el cabezazo al italiano. Solo por él, me dio pena de que Francia pierda, pero en realidad, me caen mucho mejor los italianos. En este mundial, estaba en la universidad, y gracias a becas pude estar en Europa un año antes y dos después del 2006. Sentía alegría de que los jóvenes alemanes hayan podido, después de su historial de ser los malos del mundo, sentir que tienen derecho a estar orgullosos de lo que son. Avergonzados creían que era incorrecto y hasta inmoral gritar por Alemania. Creo en ese mundial lograron en parte hacer la paz con su historia, aceptar su pasado como tal y perdonar. «Was wir alleine nicht schaffen Das schaffen wir dann zusammen». Lo que no podemos hacer solos, lo conseguimos todos juntos. A nosotros también nos fue bien. Ganamos dos partidos, fuimos a octavos y jugamos muy bien contra Inglaterra. Perdimos con gol de Beckham.

SUDÁFRICA 2010

Ecuador ya no clasificó esta vez y sentí mucha rabia. Ya estaba acostumbrada a alentar al Ecuador mundialístico. Yo hacía una maestría en la Universidad Andina, estaba enamorada de un chico que era mi compañero. Recuerdo haber visto partidos en la sala de juegos, lugar en donde también asistí a fiestas inolvidables. Mi relación era bonita aunque había ciertas peleas. Íbamos poco tiempo juntos cuando quedé inesperadamente embarazada. Recuerdo tres fiestas importantes a inicios del mundial, incluyendo el matrimonio de una querida amiga. Fueron momentos de festejo difíciles de olvidar porque en adelante mi vida cambiaría por completo. Una semana después me daría cuenta de mi estado. Lo que empezó como fiesta al ritmo del Waka Waka y de Waving Flag -canciones que hasta ahora disfruto porque me recuerdan otra etapa de mi vida-, terminó en desconcierto. Lo que más recuerdo de este mundial, en lo que respecta al fútbol, fue el partido de Ghana contra Uruguay. Para mí, ese partido fue doloroso porque lo vi sóla, como un presagio de lo que se venía en adelante. Uno de los momentos en los que te das cuenta de que la vida es extraña y a ratos triste. Que muchas veces no todos pueden ganar aunque lo merezcan.

BRASIL 2014

Después de millones de historias vividas, separaciones, peleas, reconciliaciones, en esos cuatro años que parecen una eternidad, puedo decir que apenas termino de liberarme del shock de lo inesperado de Sudáfrica. Ha sido un proceso largo de autoconocimiento, autoafirmación y perdón hacia uno mismo y hacia los demás. Hoy me siento más libre y lista para empezar un nuevo capítulo en mi vida más ligera de equipaje. Ya veremos en donde estaré en el próximo mundial. Mientras tanto, mañana juega Ecuador con Suiza. La verdad es que cada vez me importan menos los resultados que antes. Ya sé que sí podemos y que también puede ocurrir eventualmente un Sudáfrica. Me alegraría que pasemos a octavos y más, pero no dejo de sentir tristeza por la injusticia que se comete contra el pueblo de Brasil. Mañana también es el día del padre. Acabo de despedirme del papá de mi bebé que se quedó en Francia. Yo estoy en Ecuador preparando un viaje para otras latitudes. Hoy sin embargo, me gustaría poder estar cerca de él para darle un abrazo de corazón y decirle que espero que tenga un feliz día.

La versión original de este post fue escrita el 15 de Junio de 2014.

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RUSIA 2018

En ese verano, me fui a vivir en Washington DC durante un año y medio realizando estudios en políticas públicas en la Universidad de Maryland, con una beca de la Fulbright. Mi hija se quedó durante ese tiempo con mis padres en Ecuador porque en ese mismo verano de Brasil 2014, me separé definitivamente de su papá. Una semana antes de salir a Washington, conocí a un hombre maravilloso que llena cada día mi vida con su amor, cuidado y cariño. En agosto de este año, cumplimos 4 años de estar juntos -relativamente, porque parte de nuestra relación fue a distancia, acumulamos muchas millas de viaje y horas en FaceTime. Sin embargo, desde que lo conocí no hemos dejado de hablar un solo día. Ecuador no está en el Mundial y no me importa. Cada vez me gusta menos el fútbol, pero eso sí, vi la inauguración que fue hace dos días. Robbie Williams, canoso, cantó las hermosas canciones de finales de los noventa e inicios de los dos mil. Mañana es el día del padre y lo celebraré junto a mi padre, que goza de buena salud, y con mi esposo, que es un segundo padre para mi hija, que ya tiene 7 años desde Sudáfrica. Es un buen mundial.